¿Por qué contaminamos nuestras aguas?
Toda ciudad, pueblo o cacerío siempre tiene un lago, laguna o río y para las ciudades del «primer mundo» estos cuerpos de agua son intocables y sinónimo de muchos recursos, bien sea de consumo humano, pesca o turismo.
Sin embargo, en la mayoría de las urbes de Latinoamérica no ocurre lo mismo. Estos son empleados para arrojar desechos, aguas servidas o ignorados a la suerte.
Estos recursos hídricos deben ser preservados no sólo como fuente de agua potable, riego y hasta turismo, sino también para proteger a nuestro ecosistema.
Pero la pregunta es: Por qué contaminamos nuestras aguas? Y la respuesta es fácil, por ignorancia y apatía por parte de los ciudadanos y por ausencia de organismos gubernamentales competentes. También hay cierto grado de culpa por parte de las instituciones privadas, organizaciones y hasta sectores educativos de todos los niveles por no desarrollar campañas de gran impacto en la sociedad.
En países como Venezuela, tras los severos problemas sociales, políticos y económicos de los últimos años, estos procesos de contaminación se han agudizado mucho más, esto debido al descontrol social y malas políticas gubernamentales, al punto de afectar considerablemente tanto a los ciudadanos como al planeta, tal es el caso del arco minero en el estado Bolívar y los constantes derrames petroleros en las costas.
Y en un caso más particular, se encuentra el Lago de Valencia en la ciudad de Maracay donde este imponente recurso hídrico en vez de ser explotado turísticamente se ha convertido en una amenaza constante para los habitantes.
Todos los causes de ríos, orillas de lagunas o lagos e incluso las costas, son espacios que deben ser protegidos no sólo por los entes gubernamentales sino también por sus ciudadanos, y de allí la importancia de crear una sociedad con valores ambientales de manera urgente y así mejorar la calidad de vida de los habitantes y del planeta.
Daniel Vivas
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